Con la llegada de las bajas temperaturas, se incrementa el uso de estufas eléctricas, caloventores y otros artefactos de calefacción. Aunque su utilización permite climatizar los espacios y hacer frente al invierno, es importante saber cuáles son los riesgos para evitar siniestros.

Según datos disponibles, cerca del 40% de los incendios tienen origen en fallas eléctricas y este peligro se acrecienta en los meses de frío cuando recargamos las instalaciones eléctricas con artefactos para calefaccionar. En este contexto, los riesgos más frecuentes son las descargas eléctricas, cortocircuitos, electrocuciones y la posibilidad de iniciar un incendio. La mayor parte de estos siniestros se producen por conexiones inadecuadas, instalaciones defectuosas o el uso de productos sin certificación.
Frente a este panorama, los profesionales electricistas insisten en la importancia de verificar que las instalaciones eléctricas estén en condiciones y de utilizar únicamente artefactos que cuenten con la debida certificación de seguridad.
En el caso de los calefactores eléctricos portátiles, se recomienda que cuenten con sistema de apagado automático en caso de caída, que se ubiquen sobre superficies firmes y alejadas de materiales inflamables, y que se enchufen directamente al tomacorriente, sin el uso de zapatillas o prolongadores. También se aconseja desconectarlos al dejar la habitación o antes de dormir, mantenerlos fuera del alcance de niños y niñas, y ubicarlos al menos a un metro de cortinas, muebles u objetos que puedan quemarse.
En términos normativos, la Resolución 237/24 establece que todos los productos y materiales eléctricos importados y de fabricación Nacional deben contar con certificación de seguridad. Si el certificado ha sido emitido en el exterior, debe estar respaldado por un acuerdo de reconocimiento mutuo con un organismo certificador nacional, validado por la Dirección Nacional de Comercio Interior, o estar emitido por un Organismo debidamente acreditado, con una antiguedad no mayor a 2 años. La normativa exige además la verificación de autenticidad, alcance y vigencia de dichos certificados, con la emisión del correspondiente certificado de conformidad.
Asimismo, el correcto funcionamiento de estos equipos depende en gran medida del estado de la instalación eléctrica. Por ello, es imprescindible que sea ejecutada por profesionales electricistas. Cada instalación debe contar con un tablero de protecciones con: disyuntor diferencial, llave termomagnética y puesta a tierra. De igual manera es clave que los materiales utilizados, como tomacorrientes y cables, cuenten con certificación de seguridad eléctrica para garantizar su resistencia y seguridad.
En definitiva, calefaccionar los espacios es una necesidad durante los meses fríos, pero hacerlo de forma responsable es una obligación. La seguridad eléctrica comienza con decisiones conscientes: instalaciones adecuadas, productos certificados y hábitos de uso seguros. Prevenir es cuidar.